Estoy en tu sombra
allí, donde el sol no brilla jamás
llevando mi luto ennegrecido,
cubiertos están los ojos,
cegados, obnubilados,
desorden de tu alma herida.
Estoy enterrado en tu sombra
allí, donde el sol no brilla jamás
donde la noche se hace fría
cargando tu cuerpo envenenado.
Estoy sepultado en el pecho
cubierto de noches y latidos,
silencios de tus gritos
formando el eco de tu voz,
huella de un latido lento,
que se extingue fatalmente.
Estoy en tu sombra, en tu memoria;
en las pupilas secas de un futuro cadáver,
donde duele el ultimo aliento
por expirar, sucumbir…