Como toda ciudad que se precia de ser cosmopolita
se ven sus combatientes a diario por las calles,
vienen enloquecidos de un lugar que odian
para ir a otro lugar que odian mucho mas,
con sus autos nuevos, con sus trajes limpios,
el orgullo en alto y un puñado de insultos en la boca
se empujan en la peatonal unos a otros
sacándose los hombros insultando y apuntando,
caminan hacia algún lado, hacia un objetivo
parecido a un fantasma, a un engaño o ilusión
llevando por delante un mundo de imágenes cotidianas.
Entre estas imágenes están, ellos, los caídos en combates,
los desperdicios que no sirven mas que para estorbar,
los mutilados por alguna bomba en bolsa de valores
o un trabajo perdido por haber envejecido,
allí están ellos que no saben otra cosa que pedir,
son la basura, el sobrante que no va a ningún lado,
los estancados de siempre que esperan la muerte
porque la vida los engañó con un fantasma,
La ciudad está cada vez mas llena de estos desperdicios
como una cloaca a punto de estallar y, mostrar la mugre.
La presión del combatiente por evitar ser
uno de aquellos caídos
que fueron,
y ahora no son nada, ni siquiera son,
son espectros del campo de batalla,
héroes caídos del pasado que se quedaron en el tiempo;
la ciudad está llena de ellos con sus partes mutiladas acuesta,
sus medias duras de mugre, sus calzoncillos llenos de mierda
y un olor putrefacto que contamina el aire de la ciudad
como un fantasma que se expande cada vez mas
entre el cielo y este maldito infierno,
allí están todos juntos,
allí alumbra el sol para todos igual,
pero no todos somos iguales
están lo caídos y lo que combaten por llegar a un objetivo;
quien mata mas, quien siente menos, quien logra olvidar,
quien levanta un muro alrededor de un corazón llamado ciudad,
y levanta mas lapidas para sus blancos, ¿para que?