Martillaba, martillaba otra mañana,
otro día que volvía a la ciudad,
con todos sus sonidos
que nunca cesan completamente,
que no hacen olvidar las desgracias,
pero las mitigan en lo cotidiano
y las mantienen en el recuerdo.
martillaba, martillaba aquel sonido
en tus oídos de alma resignada
que busca esperanza, donde no la hay,
que busca una salida a la incertidumbre
sin saber que depara el mas allá,
se mueve en un presente fugaz
y en un pasado que desmorona la ilusión.
Martillaba, martillaba cada vez más fuerte
en los oídos de sus habitantes el recuerdo,
en su ojos la desgracia de lo siempre igual,
y el dolor de sus semejantes, que no sienten
que no sienten…
que no sienten, más que sonidos de la ciudad
Martillaba, martillaba el corazón furioso en tu pecho
cuando aún en la noche solo se encontraba
cuando en las calles solitarias palpitante se escuchaba,
entre edificios que simulaban tumbas bajo un cielo viciado
bajo las luces artificiales que iluminan difusa tu alma.