Déjalo al río que llore,
deja que cante su pena,
déjalo que la decore con lagrimas verdaderas.
Deja que lave dolores,
deja que exprese su queja.
Deja que otro tiempo añore
mientras llorando recuerda.
Dice que hay hombres que pasan,
tantos hombres sin conciencia,
y arrojan en el, con saña
no solo lo que desechan,
sino también con plagas,
todo lo sucio que encuentran.
Dice que ya no lo aguanta,
que quiere que lo defiendan.
Pobre río de cristales…
¡no permitan que lo hieran!
Piensa en que ya no hay quien lo ame,
que ya nadie lo respeta.
Pobre río y sus caudales
no autoriza a que lo beban.
Dice que antes de dar males
un día de estos, se seca.